¿Qué es el método Montessori y cómo aplicarlo en casa?
El denominado “método Montessori” se basa en dos pilares principalmente: el respeto al niño y la estimulación de su interés innato por aprender. Esta forma de educación no se entiende si no es dentro de un ambiente de libertad. Además, el pequeño debe tener acceso a materiales y experiencias que estimulen su desarrollo. Desde la ropa bebe que elegimos cuando son más pequeños hasta las excursiones que organizamos cuando se hacen mayores, cada detalle cuenta. Todas y cada una de las experiencias vividas generan conocimientos y estos, a su vez, les preparan para afrontar el resto de su vida.
Los niños son como esponjas
Durante los seis primeros años de vida los niños absorben la información como esponjas. Algo tan nimio como la ropa bebe que les ponemos cuando nacen les sirve de estímulo sensorial – incluso puede mejorar su coordinación física. Y es que el método Montessori tiene en cuenta el desarrollo integral de la persona. Los conocimientos que adquieren desde pequeños potenciarán sus habilidades sociales de mayores y también su crecimiento emocional. Solo así estarán plenamente preparados para obtener el mejor rendimiento de su esfuerzo intelectual.
Si el niño disfruta aprendiendo, mejorará también su autoestima, lo que sin duda redundará en la búsqueda de nuevos estímulos. Desde pequeños, aprenden de su entorno sin hacer un esfuerzo consciente. Imitan a sus hermanos mayores y “enseñan” a los más jóvenes. Los padres solo deben rodearles de materiales que les incentiven a seguir explorando el mundo que les rodea.
Muebles que promueven la independencia
Un niño pequeño sentado en una silla de adulto no está cómodo. Y el mayor que le cuida tampoco está tranquilo, porque teme por su seguridad. Lo normal es que se genere una relación en la que el niño se vuelve vulnerable y dependiente del adulto.
Para evitarlo, es conveniente poner a su alcance muebles adecuados a su tamaño. Asimismo, es bueno que sus juguetes estén a una altura que pueda alcanzar por sus medios. Lo mismo que la ropa bebe: capas, toallas, mantitas, pañales… Alcanzarlos y devolverlos a su sitio estimula su motricidad y su coordinación espacial. La única precaución es no dejar a su alcance objetos que puedan lastimarle. Y, por supuesto, supervisarle mientras juega.
También ayuda que los objetos estén agrupados de algún modo: todos los juguetes en una caja, los libros en un estante, la ropa en otro, etc. Esto le permitirá organizar sus ideas.
Cada uno a su ritmo
Aun cuando se trate de las mismas edades, el ritmo de aprendizaje puede variar. Normalmente, los niños no se enfrentan a tareas nuevas hasta dominar las anteriores.
El papel de los padres es actuar como guías que conocen bien el camino. Deben proponer recorridos y mostrar en todo momento confianza en que los niños lo harán bien. Cada uno es diferente y desarrolla sus propias estrategias de aprendizaje. El adulto solo está para ayudar en los momentos de estancamiento. Por lo demás, el respeto por las decisiones de cada uno promoverá su autoconfianza y el deseo de seguir probando.